domingo, 30 de mayo de 2010

Cuentos de hadas

Artículo de Sheyla

Tras una pequeña polémica surgida por un artículo anterior y mis comentarios al respecto, me ofrecieron escribir un artículo en el que expresase mi opinión. Tenía dudas sobre cómo hacerlo cuando me puse a ello, no sabía si hablar desde el punto de vista de consumidora de medios deportivos o como el de periodista y trabajadora de esos medios. He decidido mezclarlo un poco, espero que sepáis diferenciar una visión de la otra.
Empecé en 2006 una carrera que me apasionaba, periodismo, la comencé por mi pasión a los deportes, y la estoy acabando ya, gracias a Dios, por mi constancia, no por la misma pasión con la que comencé. Año tras año vas viendo como cada profesor y cada profesional que pasa por tu vida te da una visión del periodismo que no era la que a mí me emocionaba. Un panorama que vemos todos los días cuando encendemos la televisión, ponemos la radio o abrimos un periódico. No hace falta abrirlo o verlo u oírlo cada día, todos los días son iguales. Vemos como los grandes profesionales de la comunicación están al servicio de unos intereses que no son los míos. A mí me emocionaba poder llegar un día a mi trabajo y poder escribir sobre deportes, si podía ser del Barça mejor, porque no voy a ocultar mi otra pasión, pero escribir lo que yo quisiera, lo que me interesase, que estoy segura interesaría mucho a otras personas, pero cada clase que doy me doy cuenta de que eso es un cuento de hadas, como los de Disney. En el que Cenicienta no puede hacer lo que quiera sino lo que su madrastra le ordena y sus hermanas desean. Eso traspasado al mundo del periodismo se convertiría en un jefe que a su vez hace de padrastro y unos jefes de área que harían de hermanas malvadas. Ellos mandan y ellos a su vez siguen unas directrices nada cercanas al periodismo, sino a algo poderoso, no un príncipe como en los cuentos, sino algo más poderoso aún, el dinero.
El dinero lo mueve todo, si usamos los refranes diríamos que mueve montañas. Y aunque esos jefes o directores deseasen escribir sobre un programa electoral, por poner un ejemplo cercano con las elecciones a la presidencia del Barça, escriben sobre las broncas de unos y otros porque vende. Todo lo extravagante vende, la gente en este país prefiere ver a dos pelearse que a uno leer un programa electoral. Yo preferiría adentrarme en los programas de los candidatos y escribir sobre cuál es mejor para mi equipo, pero no es posible porque enseguida tendría órdenes de arriba que me dirían cambia eso que no “vende”. Pero si me pongo del otro lado de la pantalla, periódico o transistor desearé ver como se pelean, ver fotos de Ibra y Piqué “comprometedoras” o a Pellegrini echando en contra de su ex jefe. Yo como espectadora estoy haciendo que cada vez más se fomente ese tipo de periodismo, pero muchas de esas personas que están detrás desearían ver otra cosa pero como no lo tienen se conforman. No se les puede echar la culpa, al menos no del todo. Yo les comprendo aunque como periodista me parezca mal tener que trabajar al servicio de esos objetivos.
Si yo fuera jefa de un medio de comunicación, Dios lo oiga algún día, no sabría cómo actuar a día de hoy. Si siguiese mis instintos hablaría de tenis, pero del tenis no solo de Federer y Nadal, sino del de miles de tenistas, hablaría de la carrera de F1 de De la Rosa, hablaría de los fichajes del Sporting. Pero si soy realista y lo que quiero es mantener mi puesto he de hablar del fichaje polémico de Mourinho, de si Ibra se va o no se va, de Alonso aunque su carrera no sea para enmarcar…etc Todo porque vende, porque será lo que me de dinero, lo que mantenga en pie mi empresa y lo que haré será dar unas directrices a mis empleados para que las sigan y ganar cuando más mejor sin mirar más allá, sin mirar si es objetivo, si es interesante o si es noticia. Es un panorama desalentador que hace que cuando te planteas buscar trabajo, esas ilusiones con las que empezaste se desmoronen y acaben en el suelo y decidas dejarte llevar, buscar el sitio donde más te paguen para sacar tu casa adelante y un sitio cómodo, un sitio en el que hagas lo que te manden pero cada mes lleves dinero a casa. Porque a día de hoy pensar en cambiar el panorama, pensar en hablar de otras cosas, pensar en un trabajo mejor…es pensar que vives en un cuento de hadas. Y ese mundo no existe. Las princesas, los príncipes no existen, bueno si en la casa real, pero ese es otro tema.
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